martes, 13 de octubre de 2009

Las doce

El bramido de un suizo se alzó en pleno villorrio, espantando las aves cercanas. Gritó varias veces más, seguidas y tenaces, y nadie se conmovió lo más mínimo. Horas más tarde sucedía lo mismo en una casita de estampa victoriana en Londres; un sobresalto en el silencio, súbito y alarmante, una figura alta se desechó en ruidos que se repetían y los gatos de la casa entornaron sus orejas en manifestación de sorpresa, y tampoco nadie hizo nada. Sucedió que la misma circunstancia sobrevino en una favela, al este de Río de Janeiro; de uno que, sin haber escuchado al suizo ni al inglés, emitió un sonido de semejantes características. Y se volvió a dar la misma circunstancia; la gente, antes tales recalcitrantes alaridos, presentaba un indiferencia ignota, algunos incluso miraban de soslayo, pero en verdad que ninguno de ellos le dio una mayor importancia. Esto mismo, este incidente que, a la sazón, siempre era de carácter nocturno, se produjo asimismo y de forma consecutiva, en Sant Lake City, y más tarde en Tijuana, en Brunei, Jakarta, Calcuta, Volgogrado, Ankara, y así, después de un tiempo, volvió a sucederle al suizo; justo en ese momento en que las dos agujas se acoplan y los resortes y goznes de sus tripas saltan. Las doce de la noche había dado la vuelta al mundo.

2 comentarios:

Darka Treake dijo...

ajajaja

Qué ocurrente, Sr. Iskandar.
Me ha gustado, el toque, la relación, el giro alrededor de la esfera. jejeje.
Al fin y al cabo, somos todos lo mismo.

1abrazo!!
Darka.

PS: por cierto, me encantó tu último comment en mi blog. tal vez el más bonito que me escribieran jamás. Gracias!

Cristina Puig dijo...

¿De donde sacas esas ideas "pecador de la pradera"? me encantó es muy muy original.

Un besín,
Cris